La Pontificia Universidad Católica del Perú es también persona de derecho canónico, erigida canónicamente por el Santo Padre Pio Xll, mediante rescripto de la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades del 30 de setiembre de 1942. La erección canónica, con los privilegios y las obligaciones que entraña, ha sido reconocida por la Santa Sede y la Universidad mediante actos diversos tales como el nombramiento por la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades de los Rectores que iniciaron sus mandatos en 1947; 1952; 1958; 1962 y 1968; y, con la confirmación por la Jerarquía Eclesiástica de los Rectores elegidos por la Asamblea Universitaria en 1977; 1984; 1989; 1994 y 1999.

La Universidad está inspirada en los principios que la Encíclica Mater et Magistra establece para la educación y, particularmente, en el encargo que hace a los laicos de “ocuparse generalmente en el ejercicio de las actividades temporales y en la creación de instituciones de idéntica finalidad” (Mater et Magistra, 240). Recoge las enseñanzas de la Encíclica Pacem in terris que a la vez que requiere “como fundamento la verdad, como medida la justicia, como fuerza impulsora la caridad y como hábito normal la libertad” (Pacem in terris, 149), dispone que “la razón exige que los hombres, obedeciendo a los designios providenciales de Dios relativos a nuestra salvación y teniendo muy en cuenta los dictados de la propia conciencia, se consagren a la acción temporal conjugando plenamente las realidades científicas, técnicas y profesionales con los bienes superiores del espíritu” (Pacem in terris, 150).

Finalmente, y en este contexto, pone en práctica tanto en su organización como en su diario quehacer académico, la regla establecida por la Constitución Pastoral Gaudium et spes: (…) “la cultura, por dimanar inmediatamente de la naturaleza racional y social del hombre, tiene siempre necesidad de una justa libertad para desarrollarse y de una legítima autonomía en el obrar según sus propios principios” (Gaudium et spes, 59).

Por ello, adopta una estructura orgánica en la que se hacen compatibles su libertad y su autonomía científica y académica con fidelidad al mensaje evangélico y a la doctrina de la Iglesia. Este diálogo, que se dirige a velar por el sentido formativo integral y la finalidad trascendente que debe inspirar la vida institucional, se halla formalizado a través de las disposiciones canónicas que, en su ámbito y con respeto a la ley civil aplicable, señalan las relaciones de coordinación y mutuo apoyo que deben existir entre las autoridades eclesiásticas y la Universidad.

La Universidad está consagrada a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, y tiene como Patronos a Santo Tomás de Aquino y Santa Rosa de Lima.

Fuente: Estatuto de la Universidad, Preámbulo histórico.